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La Venta de Etxabarri

La venta de Etxabarri ha sido derribada. Un vestigio más de nuestra memoria histórica ha desaparecido. Deshabitada desde hace tiempo, víctima de ocupaciones y saqueos, en los últimos tiempos no era ya más que una ruina.

En definitiva el tiempo ha podido con lo que no pudo una guerra: la pérdida de un testigo de la historia.

Situada en un alto de la calzada que unía Pamplona y Vitoria, en el cruce de los caminos que unían Audikana y Etxabarri-Urtupiña, a un kilómetro del pueblo que le da nombre, la de Etxabarri era una más de aquellas ventas que a la vera de los caminos de la antigüedad daban sustento y cobijo a viajeros y caminantes, como eran las de Gazeo y, ya hacia Vitoria, la Venta del Patio, en Mendixur, y la de Ilazarri en Arbulu, a las que la velocidad dejó obsoletas. Pujantes antes de que las comunicaciones se motorizasen, fueron decayendo a medida que los vehículos se trasladaban a mayor velocidad por la NI, antes incluso de la construcción de la autovía.

La Venta de Etxabarri ha pasado a los libros de historia, debido a que en sus inmediaciones se libró, el 28 de octubre de 1834, la que en los libros aparece justamente como “Batalla de la Venta de Etxabarri”, en la que los voluntarios carlistas a las órdenes de Don Tomás de Zumalakarregi vencieron a las tropas del gobierno liberal de Madrid. El día anterior los carlistas habían vencido, en los campos entre Etxabarri y Arrieta, a los gubernamentales del general Manuel O’Doyle, quien fue hecho prisionero y posteriormente fusilado.

Sirvan estas líneas para recordar uno más de esos lugares de memoria que, inexorablemente, el tiempo y la humana incuria hacen desaparecer, para relegarlos precisamente y sin remedio a la memoria.