En esos tiempos la parroquia de San Román quedaba ciertamente a desmano, lo que unido a su estado ruinoso, animó a derruirla para, aprovechando sus materiales, construir una iglesia nueva insertada en el núcleo de la población nueva.
Esa iglesia antigua sería probablemente del estilo románico rural propio de la zona, que aún podemos admirar en ermitas que fueron parroquias de pueblos hoy desaparecidos, tales como la de San Pedro de Quilchano o la de San Juan de Arrarain.
Acaso su fábrica fuera algo mayor, ya que sabemos que, al contrario que en las citadas, disponía de torre.
La vieja iglesia de Mendixur se hallaba en estado ruinoso en 1807. En 1808 comenzó su demolición, interrumpida por la guerra contra los franceses, y en 1819 se inauguró el nuevo templo, situado en el llano, junto a la población, y no en el alto como su antecesora.
La traza y la dirección de las obras fue ejecutada por Mateo de Garay, quien se titulaba “arquitecto aprobado por la Real Academia de San Fernando”, mientras que la realización material de las mismas corrió a cargo del cantero Juan Antonio de Mendibar o de Abendibar, pues con ambas grafías aparece en los documentos.
Los tejados los realizó el carpintero Ignacio de Arteche, junto al herrero Manuel de Orueta. Trabajaron en la obra, especialmente en la construcción de la cúpula y las bóvedas, los albañiles Joaquín y Simón de Umérez.
De la demolición del templo antiguo se encargaron Bernardino de Aguirre y Luis de Escudero, quienes cobraron por su trabajo 2.000 reales, pero no la acabaron ellos, sino Antonio de Eguren y Francisco Ruiz de Eguibar, por un costo de 500 reales.
La obra de cantería ascendió a 17.569 reales. Todas estas cantidades estaban ya abonadas en 1813.
La iglesia se inauguró en 1819. Tiene una única nave, de planta de cruz latina, con cúpula sobre el crucero. El pórtico y la torre se construyeron más tarde.
La planta tiene 29 metros en su brazo mayor y 8’5 en el menor, con 11 metros de altura del muro. Sobre la intersección de la nave y el transepto se construyó una airosa cúpula ovalada apoyada en pechinas.
El resto se cubre con bóveda de lunetos. Los arcos se apoyan en pilastras. Recorre todos los paramentos una cornisa doble saliente. Constituye uno de los mejores ejemplos del estilo neoclásico en Álava.
La portada, conforme a las normas académicas de simplicidad y economía, es sencilla. Sobre ella hay un amplio ventanal rectangular, semejante a otros dos situados en los extremos de los brazos del crucero.
Entre los brazos del crucero y la cabecera se construyeron, a la vez que el resto de la nave, sendas dependencias utilizadas como sacristía, la de oriente, y como almacén de andas, palios, etc., la del oeste.
La iglesia de Mendixur dispuso desde sus comienzos de un coro de madera, arquitrabado, con balaustrada de madera.
El suelo de la nave era de grandes losas de piedra que probablemente provenían de la iglesia antigua.
La zona del presbiterio está elevada y a ella se accede mediante dos gradas de piedra.
Estaba separada del resto de la nave por una reja de hierro, que se suprimió cuando, tras las directrices emanadas del Concilio Vaticano II, pasó a oficiarse la eucaristía de cara a los feligreses.
La iglesia de San Román de Mendixur tiene tres retablos, los cuales son anteriores a su construcción.
El retablo mayor es de estilo barroco churrigueresco, que viene a representar la versión hispana del rococó.
Sabemos que proviene de la iglesia antigua, en la que estuvo pocos años. Es de madera dorada. Tiene tres calles flanqueadas, en los exteriores y en las entrecalles, por columnas salomónicas muy ornamentadas, por las que trepan vides, con guirnaldas, penachos de hojarasca y follaje diverso y abundante.
En el banco, entre grandes mensulones, aparecen dos relieves de los evangelistas San Juan y San Lucas, policromados y dorados. En el único piso se encuentran, en hornacinas de arco redondo, las efigies de San Román, patrón del pueblo, en el centro y en una posición más elevada, y a sus lados San Pedro y San Pablo.
Sobre ellos en relieves policromados están los otros dos evangelistas, San Mateo y San Marcos.
En el ático, enmarcado en un nicho rematado por un frontón curvo, se encuentra un calvario, es decir, la figura de Jesús en la cruz, acompañado a sus pies por su Madre, la Virgen Dolorosa, y por San Juan Evangelista, figuras que aparecen de factura anterior a las del resto del retablo.
La fecha de construcción de este retablo se sitúa entre 1713 y 1715 pero su autor nos es desconocido.
El sagrario es más antiguo, es obra renacentista de finales del siglo XVI.
Sabemos que fue comprado en 1712 a la viuda de un personaje llamado Jacinto López de Ullibarri, por la suma de 13.192 maravedíes. La puerta ostenta un relieve que representa a Cristo resucitado.
Se sabe que fueron Martín de Orueta e Ignacio de Arteche quienes lo trasladaron en 1819 a su nuevo emplazamiento, trabajo por el que cobraron 80 reales.
En los brazos del crucero se hallan sendos retablos menores. El del lado del evangelio está dedicado a la Virgen del Rosario. Es de estilo neoclásico, de finales del siglo XVIII.
En su centro figura la citada Virgen del Rosario, obra de la que desconocemos su autor, pero sí sabemos el nombre de quien la doró en 1763, el pintor José de Aguirre.
A su derecha hay un San Bartolomé, realizado en un taller de Vitoria por esas mismas fechas, policromado por los hermanos Juan Angel y Manuel de Rico. A su izquierda un San Sebastián gótico, del siglo XV, el objeto de mayor antigüedad de la iglesia. En el ático un relieve de San Jorge.
Este altar no proviene de la iglesia demolida, sino de una ermita de San Jorge, que se abandonó al abrirse al culto la iglesia nueva.
En el lado de la epístola está el retablo de la Inmaculada, en el que figura una graciosa y delicada imagen de madera policromada de la Inmaculada, fechada en 1796. Este retablo fue comprado para la inauguración de la nueva iglesia.
Con posterioridad a la fecha de 1819, en la que se inició el culto en la iglesia nueva de Mendixur, se construyeron el pórtico, en 1847, y luego la torre, en 1857.
En realidad la construcción de la torre se inició con la fábrica general, pero no se remató hasta entonces.
El pórtico lo construyeron los canteros de Elgea Andrés de Etxebarria y Miguel de Eguinoa.
Se hizo de acuerdo a los planos de Mateo de Garay. Consta de tres arcos de medio punto de sillería con pilastras cuadrangulares e impostas molduradas, ocupando totalmente la fachada sur.
Tiene un tejado a tres aguas, bajo el que existía un entrepiso, en el que se encontraba el Arca de Misericordia, magnífico mueble de roble de gran tamaño, desparecido en fechas recientes.
La torre se remató en 1857. En el contrato, suscrito con el cantero Angel de Ocáriz, vecino de Heredia, se especifica que toda la piedra de sillería necesaria, debería ser de las canteras de Elgea y Ozaeta.
En cuanto a la mampostería, se utilizaría la piedra que aún se encontraba en el emplazamiento de la iglesia vieja, proveniente en su mayor parte de sus cimientos.
La torre, de planta cuadrada, tenía 22 metros de altura. Presentaba dos cuerpos, el inferior, de unos 17 metros, es de mampostería con esquinas de sillería; el superior, constituía el campanario, que se erigía sobre una cornisa saliente de sillería. Tenía pilastras en los ángulos y cuatro arcos de medio punto, cerrado el del lado norte.
El campanario albergaba tres campanas. La más pequeña fundida en 1793, proveniente bien de la iglesia demolida o, acaso más probablemente, comprada de ocasión.
La más grande es de 1867 y ya fue fundida de encargo, puesto que lleva la inscripción “San Román ruega por nosotros”. La más moderna es de 1914, también lleva una inscripción referente a San Román y se encuentra rota en la actualidad.
Hablamos en pasado porque en el mes de abril de 1988, cuando se realizaban obras de reparación en los tejados tanto el de la nave, como el del pórtico y el de la torre, este último se desplomó, cayendo las campanas por el hueco de la torre, destrozando las escaleras de madera, y gran cantidad de piedras sobre los tejados recién reparados, abriendo un gran boquete y rompiendo la bóveda.
Por motivos de seguridad se desmontaron los arcos del campanario, cuyos sillares en la actualidad han desaparecido en su mayor parte.
Posteriormente se hundió el tejado del pórtico.
Siendo obispo de la diócesis de Vitoria Don Andrés Asurmendi, fue nombrado párroco Don Ernesto Aransay, quien, en estrecha colaboración con la Junta Administrativa, logró la aprobación de un proyecto de reconstrucción.
De esa manera se consiguió reinaugurar la iglesia en septiembre del año 2007, con una misa celebrada por el señor obispo, Don Miguel Asurmendi.
La restauración no incluyó el cuerpo de campanas, el altillo del pórtico, ni el coro de madera, que habían quedado totalmente destruidos tras el derrumbe de la cubierta de la nave.
Por lo demás fue absolutamente fiel al proyecto original de 1807 de Mateo de Garay.